“Lo cogí, lo abracé, lo acaricié y recuerdo que no paraba de decirle: “ya está mi amor, ya pasó, ya está”. Su piel parecía de seda. No había acariciado a ninguno de mis hijos nada más nacer y esto sí era nuevo para mi. No lloró, comenzó a respirar tranquilo acurrucado en mi pecho, entres mis manos. Yo tenía aún los ojos cerrados sintiendo su tacto suave, su olor, su calor. Sintiendo la grandeza del nacimiento”
Me quedé embarazada de Juan al final del 2º año de la residencia. No lo habíamos buscado (es el
4º) pero lo esperábamos y cuando supe que estaba embarazada también supe que todo sería
distinto de los anteriores..
Yo había tenido los 2 primeros embarazos en Tanzania mientras trabajábamos en un hospital de
los Misioneros de la Consolata. Los controles habían sido muy rudimentarios: algún análisis de
sangre, comprobar el crecimiento midiendo la altura uterina y sintiendo como mi cuerpo cambiaba
y sabiendo que esos síntomas y cambios eran normales. Tuve los dos partos también allí. En
ningún momento sentí miedo, en ningún momento vi la necesidad de volver a España para que un
médico y una tecnología punta me “controlase” el embarazo ni el parto. Allí había una matrona
italiana que me acompañó, estaba el equipo de quirófano por si tenían que hacer cesárea y estaba
mi marido y mis compañeros de trabajo, que para mi eran mi familia. Fueron dos partos rápidos y
sin problemas.
Cuando me quedé embarazada de la tercera (ya en España) busqué quien me asistiera en casa,
pero por aquellos años en Málaga no encontré a nadie y además nuestra economía no me lo
habría permitido. Aunque todavía no era matrona había hecho prácticas de enfermera en paritorio,
sabía las rutinas y prácticas que allí se hacían y no las quería. Sobre todo no quería que me
separaran de mi hija nada más nacer (era el 2003 y eso se hacía por rutina para revisión del
pediatra). De todas formas me metí en el sistema y casi tuve azúcar, casi tuve hipertensión, casi
me provocan el parto, casi….
Mi hija (el tercer parto) nació en el hospital en poco menos de una hora de estar allí, después de
haber pasado todo el día con contracciones en casa mientras estudiaba para la prueba de acceso a
la formación de matrona. Guardo el recuerdo de esas horas ella y yo en soledad, viviendo el
proceso sin interferencias, sintiéndonos la una a la otra en cada ola. Tuve que ir al hospital y en
poco menos de una hora Fátima había nacido. Nada más nacer se la llevaron al nido para que la
viera un pediatra y no la volví a ver hasta 9 horas después.
Por todo esto y porque yo ya era matrona decidí llevar yo misma el control del embarazo de Juan.
Un control de embarazo de matrona, confiando en mi cuerpo, en mis capacidades como mujer,
aceptando los cambios que se van produciendo y utilizando los medios que me brindaba el
hospital donde estaba haciendo mi formación (analíticas, ecografías y compañeras). Todo
transcurrió con normalidad, estuve trabajando hasta las 38 sg sin ningún problema. Había
conocido a unas quiroprácticas especializadas en embarazadas y bebes y las había visitado durante
todos esos meses. Quizá eso tuvo también algo que ver en que aunque era el 4º, yo tenía 37 años
y no paraba ni un momento en todo el día, el embarazo fue fantástico.
Recuerdo el mes de septiembre como una dulce espera, mis hijos empezaron el cole y por la tarde
se bajaban al recinto de nuestro bloque a jugar y yo me quedaba en la terraza sentada
contemplando los días pasar. Había venido mi madre a mi casa para ayudarme y quedarse con los
mayores cuando llegara el momento. Yo me pasaba el día haciendo las cosas de la casa con su
ayuda, haciendo punto en la terraza y esperando. No tenía prisa, no había quien me metiera prisa
ni miedo. Mi marido confiaba en mi y yo también confiaba en mi cuerpo y en mi bebe.
Llegó la 40 sg y mi peque no dio señales de querer salir. Me hice una eco a la 41 sg y todo estaba
estupendo por lo que no había problema en seguir esperando.
Mi madre decidió irse unos días a su casa para resolver algunos asuntos y parece que eso era lo
que necesitaba para poner en marcha el mecanismo de parto, aunque yo no lo supiera.